El cierre de Revolution Tour de Stone Temple Pilots & Bush en Frontón México este 24 de febrero: dos motivos por los que nunca dejé los 90’s.
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La música es como el buen vino —y aparentemente, los músicos también. Algo tienen los de STP y Bush y sus melodías —que nos hacen recordar una década de la que muchos nunca nos fuimos.
Pasan los años y su música nos sigue emocionando. Nos recuerdan la época en que los escuchábamos en la radio y le subíamos todo el volumen; acción que luego repetiríamos en su formato de casete y CD, cuando la transacción no se resolvía con un clic.
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Dan las 21 horas. Se empiezan a escuchar gritos de emoción y en medio de la euforia arranca el último concierto del Revolution Tour. STP y Bush, del incendio a la locura.
Nunca dejé los 90’s: Stone Temple Pilots & Bush en Frontón México
Gran cierre de “Revolution Tour” en la CdMx
STP
Waiting on a Sunday afternoon…
La rechifla siempre avisa que ya es hora de salir al escenario; no cabe ni un fotógrafo más en el pit. Los acordes de la guitarra nos avisan que STP está en la casa, mientras la portada de su último disco luce en el escenario.
Empiezan con “Wicked Garden” y la nostalgia se cuela entre líneas. Por un lado, se percibe la emoción de escuchar otra vez esas canciones en vivo; por otro, la sensación de que falta la legendaria figura —y voz— de Scott Weiland.
En el setlist siguen “Crackerman”, “Vasoline” y “Silvergun Superman”. La voz de Jeff Gutt suena a STP; se integra con un feeling noventero y un entrañable look rockero —con chamarra de piel y lentes oscuros.
En esta paradoja, el público canta, baila y sacia la sed de la nostalgia como si no fuera domingo, como si mañana no fuera lunes.
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Does anybody know how the story really goes… Llega “Big Bang Baby” con el halo de la era de los videos musicales; y luego “Big Empty” y “Plush”. Qué importan las fallas técnicas si Jeff nos va a decir “Gracias por decirnos, estamos aquí para ustedes”. Y entonces sí, escuchamos “Meadow”, el primer sencillo del último disco (homónimo), Stone Temple Pilots, con el que Jeff se presentó como vocalista de STP: Rise and shine, Clementine.
“Insterstate Love Song”, la más coreada de la noche. La potente voz de los asistentes ocultó la de Jeff, recordándonos la belleza y la fuerza que puede contener una melodía.
Pero llego el momento de llevar las cosas al siguiente nivel. “Roll Me Under”, con dedicatoria especial a las bandas que saben cómo desquiciar a sus fans —y a los de seguridad—; y que saben que no hay como aventarse al público —como gorda en tobogán.
Do you believe in something beautiful
Between chaos and the light
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Los de STP cerraron con Dead & Bloated, Trippin’ On A Hole In A Paper Heart y Sex Type Thing; agradecieron al público y se despidieron del público mientras Kretz lanzaba sus baquetas como regalo.
Bush
For our rise against the years and years and years…
La intensidad del riff de apertura de “Machinehead”, como siempre, fue un statement. Gavin Rossdale sigue siendo el frontman de la banda británica que en 1994 lanzó éxito tras éxito; su energía en el escenario nos llevó de vuelta a la década de 1990; y sus interacciones con el público —hablando en español, bajando a la primera fila, caminando entre las gradas—, hizo que el adolescente que traíamos a flor de piel completará el ritual.
A “Machinehead” le siguieron “The Sound of Winter”, “This is war”, “The People That We Love”, sencillos posteriores a sus primeros éxitos, pero que dejan asomar el característico grunge de Bush.
Volvimos al sonido noventero con “Greedy Fly” y “Everything Zen”, dos clásicos que también compartieron una estética en su versión de video musical. Para luego ver a Gavin recorrer eufóricamente las gradas de Frontón al son de “Let Yourself Go”.
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Escuchar una melodía puede generar un recuerdo tan vívido como el flashback que surge cuando percibimos una fragancia conocida. Ambos sentidos tienen memoria; y hay canciones tan vívidas que, sin importar el tiempo y el lugar, nos transportan al lugar en donde se creó el recuerdo.
Cantamos “Swallowed” y “Little Things” como cuando las escuchábamos en la radio y le subíamos todo el volumen. Y, por qué no, una versión grunge de un clásico de The Beatles, “Come Together”.
Una explosión del pasado llegó con los últimos segundos de recuerdos de la noche: “Glycerine” y “Comedown”.
Un gran cierre para Revolution Tour. Una gira con el sabor de la música del fin de siglo pasado; con un setlist que sabe a la crónica de una década que se resiste a caer en el olvido.
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