Con Somos Tabacalera el Museo Nacional de San Carlos propone una lectura histórica de la colonia enclavada entre la modernidad y la historia.
Somos Tabacalera: un viaje en el tiempo
en el Museo Nacional de San Carlos
La exposición tiene como eje la traza urbana de la Tabacalera. En un recorrido histórico y arquitectónico, reconocemos los edificios y monumentos que han dado forma a la colonia; una remembranza de su paisaje urbano en distintos momentos históricos.
Las avenidas Puente de Alvarado, Paseo de la Reforma e Insurgentes delimitan la triangulación urbana de la colonia Tabacalera; conocida así por la fábrica La Tabacalera Mexicana Basagoiti Zaldo y Compañía; que en 1899 se estableció en lo que fuera el antiguo Palacio del conde de Buenavista; y actual sede del Museo Nacional de San Carlos (1968).
Al echar un vistazo a las escenas de vida cotidiana se empieza a configurar la historia; cada pieza te sumerge en una escena congelada en el tiempo. Por un lado, puedes visitar una feria o un desfile o ver a los personajes típicos del barrio: voceadores de periódicos, billeteros, deportistas, obreros, manifestantes. Por otro, podemos apreciar el proceso de modernización de la colonia y la paulatina transformación del paisaje citadino; tal es el caso del tranvía que pasó de ser jalado por mulas a la tracción eléctrica; o la construcción de importantes edificios como “El Moro”, sede de la Lotería Nacional desde 1942.
A través de 170 obras, divididas en seis núcleos temáticos, el espectador navega inmerso en la idea de la arquitectura como narradora y narrativa; pues edificios y calles cuentan la historia de quienes la han habitado a lo largo de casi 120 años.
Todas las piezas provienen de colecciones y acervos, tanto públicos como privados; instancias que facilitaron el préstamo de obra y/o reproducción autorizada.
—
La bocanada de recuerdos roba más de un suspiro y por cada dato “curioso” se asoma una sonrisa. Como al leer la semblanza de Tívoli de Eliseo (1890); “espacioso jardín y restaurante para la elite mexicana durante el Porfiarito; el sitio se rentaba para fiestas, bodas y ‘relajos’”. O la del Hotel Reforma (1936, Arq. Mario Pani): el primero en la ciudad en tener más de 200 habitaciones; y Ciro’s, su cabaret, se convertiría en emblema de la vida nocturna en México.
Más de una persona buscó en el mapa la ubicación de la casa en la que se realizó el “Baile de los 41” en 1901; y, en el mismo mapa, se enteró de cómo, en 1950, desde “El Moro”, se realizaba la primera transmisión de televisión en blanco y negro.
La exhibición también nos recuerda que durante la primera mitad del siglo XX, la Tabacalera ya era un centro importante de la vida comercial, política e intelectual de la Ciudad de México. Probablemente, si recorriéramos Reforma, entre 1930 y 1950, habríamos podido ir al Cine Iris (1930), en el que se proyectaban las películas de la Metro Goldwyn; al Cine Teatro Roble (1950); o al legendario Café Colón (1889), “punto de reunión de la más selecta sociedad durante el porfiriato”, demolido en la década de 1940.
El patrimonio arquitectónico que nos rodea [sic] se convirtió en representación del desarrollo urbano, social y cultural del México moderno.
A lo largo del siglo XX el espacio se reconfiguró e inmuebles de distinta escala y uso modelaron la ficción de la modernidad. En la actualidad, sin lugar a dudas, su traza urbana continúa delineando el crisol cosmopolita y moderno al que aspiraba la ciudad.
—
En Somos Tabacalera encontramos una enorme variedad de encuadres que, a un nivel micro o macro, develan dinámicas barriales; la invariable consecuencia de la construcción de memoria e identidad.
Personajes, edificios, cines, teatros y monumentos emblemáticos nos ofrecen una mirada muy íntima del barrio; y, como voyeurs, completamos el homenaje a la vida cotidiana de su comunidad que por medio de fotografía, carteles publicitarios, pintura y escultura nos sumerge en un viaje en el tiempo.
La Tabacalera, con sus rascacielos Art Déco, sus centros de diversión y plazas públicas, simbolizó las aspiraciones y temores de la sociedad mexicana de la posrevolución, ávida de modernidad pero a la vez, desconfiada frente a los peligros que entrañaba la vida en la gran urbe.
Somos Tabacalera es una invitación a conocer nuestra historia, a fortalecer un sentido identitario dentro de la comunidad y a trabajar juntos por el futuro de este barrio y de nuestra ciudad.
