Entre la añoranza y el embeleso, Fito Páez ofreció un concierto memorable en Frontón México. En un recorrido por sus más de 30 años de trayectoria, Páez liberó la voz de cientos de corazones que le hicieron coro en esta ciudad el jueves 09 de mayo.
Fito Páez: de la Ciudad de pobres corazones a la Ciudad Liberada
Fito Páez abrió el concierto solo con la música en piano, teclados y batería de “Ciudad de pobres corazones”; canción tan poderosa como el público que lo esperaba. Siguió con “Giros”, uno de sus emblemas con el que la emoción de sus fans se dejó ver, sobre todo al jugar con la letra al cantar: “Flaco, ¿dónde vas? Estoy aquí en DF, mi ciudad”.
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Sus visuales fueron sencillos pero suficientes, como en “Wo wo wo”, canción de su último disco, en la que se proyectó una parte de la letra, como si se escribiera palabra por palabra mientras cantaba cada una: “Oh, lo que quiero saber, lo que quiero saber, sos vos”.
Un poco más adelante se escuchó sólo el piano de Fito con una canción conocida: era la entrada de “11 y 6”, uno de sus más grandes hits que esa noche cerró con un pedazo memorable de “Rumba del piano”. Luego le siguió “El amor después del amor”, una de las siempre esperadas; y, para sorpresa de los asistentes, Mon Laferte apareció en el escenario para acompañar con su voz.
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En un momento, Fito contó una anécdota de una de sus noches de juerga con Charly García: “Al regresar a casa, mi entonces novia comenzó a armarme la maleta, pero cometió un error: se demoró. En eso, le escribí esta canción”. Así surgió “Un vestido y un amor”, dedicada para su pareja de entonces: la actriz Cecilia Roth. No hubo una parte de la canción que los asistentes no cantaran. Incluso hubo una estrofa en la que ellos fueron los cantantes; mientras Fito los dirigía con su característico movimiento de manos.
De nuevo vino un momento de reflexión en el que Páez recordó que “la música es un canal para conectar corazones”, se puso al piano y enseguida interpretó “Al lado del camino”, que también fue muy coreada, para luego deleitarnos con “Brillante sobre el mic”, quizás el momento más emotivo de la noche, con la que el público se convirtió en centenares de lucecitas que destacaban por todo el Frontón en la oscuridad.
Luego pidió permiso al público para voltearse y dirigir a sus músicos que tocaron una composición totalmente instrumental de su último material: “5778”. Mientras movía sus manos, los visuales proyectados se empalmaron con la música; ambos daban la sensación de estar en el espacio.
Nuevamente sonó “Ciudad de pobres corazones” —esta vez en su totalidad; destacaron las poderosas guitarras de Fito Páez y Juani Agüero, que además de ser su músico, es el mejor amigo de su novia, Eugenia Kolodziej.
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La emoción subió todavía más con “A rodar mi vida”, cuando las personas tomaron cualquier prenda y la agitaron en el aire formando círculos mientras cantaban a coro: “Y a rodar, a rodar, a rodar, a rodar mi vida”. La misma energía continuó con “Mariposa Technicolor”, su distintivo tema en el que las voces de todo el público mientras mariposas blancas y rosas abrían y cerraban sus alas que abrían y cerraban sus alas.
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“Y dale alegría a mi corazón” remató el concierto, con el argentino y sus músicos al frente del escenario para despedirse, mientras cada salto de ellos era un catalizador que daba energía a los asistentes para seguir cantando el coro cada vez más rápido y más fuerte. Juntos, Fito Páez y el público, cantando, cerraron en grande otra gran noche en el Frontón México.
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Editora: Tamara Ramírez.
Cobertura & Texto: Viviana Herrera.
Fotografía: ©Chino Lemus.