Relajante y exuberante, Skalar llega a la CDMX a provocarnos, apapacharnos y seducirnos. Es tan real como la propia ficción en que nos sumerge la contemplación de su espectáculo audiovisual.
La colaboración entre Christopher Bauder y Kangding Ray tiene como materias primas la luz y el sonido. En conjunto, crean una narrativa audiovisual de vectores de luz y sonido multidimensional que se impregna en el espacio. En pocos segundos, Skalar también se apodera de nuestros sentidos.
Luz y sonido recorren el espacio. El eco de la luz y la iridiscencia musical se reflejan y rebotan en el aire en un acto sinestésico. Los beats y partículas de luz transfiguran la oscuridad y en su lugar nos obsequian poesía, escultura y paisajes de fantasía. ¿Realidad o quimera?
Llamada Skalar, como el elemento que define un espacio vectorial (‘escalar’), esta instalación inmersiva genera ambientaciones que cambian de color, ritmo y tono, alterando nuestra noción tradicional de ‘obra de arte’.
Por un lado, no estamos en un museo. Aquí podemos tocar, sentarnos, acostarnos o transitar libremente; adicionalmente, no hay un límite físico entre nosotros y la pieza. Es más, en Skalar estamos dentro de la obra y un factor fundamental en ella somos nosotros: el público. Los espectadores que vamos, la vivimos y nos llevamos a casa nuestra propia versión de lo que vimos y escuchamos; y con suerte también de las emociones que nos haya provocado. En este sentido, nos convertimos en esa pieza del rompecabezas que hace falta para que Skalar cobre vida.
Por otro lado, Frontón México no es un museo, ni pretende serlo. Sin embargo, este espacio consagrado al entretenimiento, abre sus puertas a nuevas experiencias; transformándose desde dentro y atestiguando la apropiación que el fenómeno de Skalar ha hecho de él.
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He trabajado con luz durante muchos años […] Siempre trato de encontrar nuevas formas, cómo puedo modificar la luz y trabajar con ella […] no puedes tocarla, por lo que es muy difícil de controlar.
He desarrollado algunos sistemas que me permiten mover elementos de luz en el espacio […] y en este caso estoy moviendo los espejos y reflejo la luz a través de ellos ajustándolos al espacio. De tal manera que pueda crear formas arquitectónicas hechas de luz.
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Christopher Bauder
El exterior está saturado de información […] es una sobrecarga sensorial constante que entumece a las personas y se convierte en una especie de ruido.
Es muy raro tener un momento en el que puedas sumergirte en ti mismo, concentrarte de nuevo en emociones puras […] puedes meditar o ir a la naturaleza, pero en Skalar lo hacemos en la ciudad. Abres la puerta a Skalar y de repente estás en otro mundo… un universo paralelo.
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Kangding Ray
Es así como Skalar dispone del hall de Frontón México e interviene su configuración espacial. A medio paso entre la vanguardia y la creatividad, la instalación artística crea una experiencia sensorial aumentada; tan colectiva como individual.
El ingreso a la instalación es súbito: un hoyo negro succiona a los asistentes y la reacción natural de estos es buscar la luz.
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Mientras la ingenua vista espera acostumbrarse a la penumbra, el oído se afina y se deja llevar de a poco. Luego, con el paso más seguro, nos adentramos; y buscando un espacio en el cual contemplar Skalar, cuando menos los pensamos, ya nos hemos trasladado a un universo paralelo lleno de partículas de luz.
La luz transforma nuestra forma de contemplar e impacta emocionalmente en el comportamiento humano. Por eso Skalar, ofrece un punto medio: una fuga y un lugar de encuentro con nosotros mismos en el que instintivamente buscamos la luz; un viaje por los rincones más oscuros de las emociones humanas —y, entre más profundos, más evidente se hace la luz que nos lleva de vuelta a éstas [emociones].
Skalar es también la yuxtaposición de tecnología e imaginación; la coexistencia de entornos naturales y artificiales (virtuales/digitales); la dicotomía de involucrar la mente y los sentidos; la paradoja de recurrir a medios digitales para recordar que somos seres humanos capaces de emocionarnos. Un espacio para que la luz titilante, pero apabullante, llene la oscuridad; y, por qué no, también nuestro tiempo.
¿Realidad o quimera? Realidad y quimera.